The Laundry Worker. Henri de Toulouse-Lautrec. 1888. |
no hay nada como sentarse a esperar un tren
uno en concreto
no este, ni aquel, ni el que acaba de marchar
un tren determinado al que aguardamos ciegamente
sin prestar atención a los demás
simplemente dejamos que pasen
nos mantenemos impasibles, con la mirada
aún perdida entre las vías
trenes fantasma
ninguno existe, sólo el nuestro
de pronto, sobresaltados, descubrimos que estamos en el andén equivocado
y corremos como nunca para cambiar de dirección,
pero la espera pesa en los bolsillos
y a pesar del esfuerzo
y la rapidez de nuestras piernas
llega el tren
y lo vemos marchar
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