cada parte de mi cuerpo se ha convertido en una tecla de ese infinito mundo de posibilidades que ofrece la esperanza (o quizá siempre lo fue, quién sabe...), me estremezco con un simple atisbo de verde, las entrañas se precipitan fuera de mi cuerpo con cada re mayor dejando a mi garganta sin el aire necesario para seguir el compás
no creo en la verdad absoluta, pero tampoco en la fe deliberada ni en la gravedad del asunto
pero el tiempo a veces juega a nuestro favor aunque se derrita escurriendo por la mesa como cera caliente; lucho por retenerlo entre mis manos
creo en mi ilusión, en mis ganas de hacer volar la cometa de un futuro mejor y en el hecho de que cada letra que escribo es un arañazo en la puerta cerrada que me ofrece esta noche, acercándose al murmullo de esa voz que me persigue en sueños
el mundo onírico no me ofrece una perspectiva favorecedora, puedo ver a los dioses riéndose en su olimpo de orgías y vino, y vino y orgías… y puede que algo de vino, mientras hacen que mi mente vuele en dirección contraria a la de las nubes
ese mismo dedo con el que señalan hacia la tierra maneja los hilos de un vagar sin rumbo entre las hojas de los robles, que suenan -en mí menor- al pasar de puntillas del hermano viento; mi felicidad se ha fundido con el camino sinuoso del aire y comparte su sonido de fondo en un día de despeinar flequillos con lobos a lo lejos
en resumen, jodida y radiante –benedetti mediante- y rimando sin querer prosigo con mi rutina de amar sin dejarme serlo y de soñar con majaderías que se convierten en más apetecibles cuanto más inalcanzables y absurdas
salud, república y buenos alimentos
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