si la misma angustia que empaña mis ojos en las noches sin niebla se condensara en gritos coloridos que golpearan con furia los límites de la razón, los monstruos de la misma volverían a rebelarse llenado el vacío que deja la puta incertidumbre.
pero no es el caso, ni el sujeto; me consumo entre el ansia por sentir y el dolor por hacerlo demasiado. puedo notar mis nervios recorriendo mi pecho, ni don francisco hubiera expresado una situación más claustrofóbica rodeada de murciélagos… la aflicción se esconde entre aves nocturnas y la única salida viable parece encontrarse en los sueños.
ojalá los controláramos lo suficiente como para no dejar que superaran la frontera del alba, que se quedaran con orion en la noche acechando al subconsciente; pero los únicos inconscientes somos nosotros, está claro.
aun con todo: la niebla de alrededor, la lluvia que me retiene en aquella isla y el barro que cubre mis pies manteniéndome -aunque oscilante- en la tierra, siento que mi sonrisa se amplifica a cada día que pasa, que la esperanza echa raíces en mi desmejorado cuerpo levantando la corteza de una vida pasada.
prometo seguir mirando a la carretera y suspirando cada día por tomarla de una vez y caminar cantando junto a mis monstruos...
La mágia de un asfalto que a menudo consumo y que, a menudo también, enturbio con el desalentado latir de mis pulmones en lucha constante por sentir el humo en ellos y no por imaginar el color negro del que parece dicen deben estar manchados. Y Yo, que no lo veo, ni lo siento, pero sí lo padezco.
ResponderEliminarA veces, también, fumo de ello de contigo, y la mágia del asfalto con la de un verde padro que parece dicen germina en Octubre y no es tan prado como quisieramos si no una maceta que no sabemosde donde viene nunca pero que nos fuma más ella a nosotras que nosotras a ella y entonces... entonces...
Volamos, la gorda y yo, y yo y la gorda y tú, y la gorda... y tú también.