de hecho nadie debería acercarse lo más mínimo a mí...
corren el riesgo de ser absorbidos por el agujero negro que tira del nudo de mi garganta, hundiéndolos en un océano no tan pacífico del que todavía nadie ha regresado. o al menos eso dicen
me pesan las pestañas de tanto parpadear perdiendo el tiempo, mis suelas piden a gritos un descanso, pero la afasia que domina mi mente insiste en caminar siguiendo y bordar calcetines...o algo así
me siento tan apática como un tronco que yace en medio de un hayedo, arrancado por la brutalidad de una tormenta de verano. me duele hasta respirar, y sin embargo me maravillo de seguir haciéndolo cada día.... me he perdido, pero a cada paso encuentro gente que me indica el camino que no debo seguir para terminar con el caos. psicodelia, olor de amapola, miles de manos moviéndose al compás... lazos rojos parpadean dejando un sabor agrio a mi paso.... nunca me gustó el jengibre. ¿y qué? al final a nadie le importa lo que seas, sólo dónde pueden encasillarte para hacer de su mente un lugar más ordenado a la vista de los demás. no se dan cuenta de que el orden no existe, sólo gente que disimula renegando de su caos.
no hay orden posible, no en este mundo, no en este tiempo y no con esas magdalenas encima de la mesa
[la máscara de comedia se ha ausentado a echar un café, y ya lleva tres whiskies...]
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