qué bien sienta un día fresquito entre la angustia del bochorno...
qué vida da al subconsciente, que vuelve en sí o en mí, o en do menor
a dar la nota con su omnipresente palpitar
qué placer ver aparecer tus ojos tras la luz de la persiana bajada
para descubrir que a pesar de nuestros intentos, finalmente ha amanecido
y qué bonito...
simplemente qué bonito
ay, ¡qué bien se cura la nostalgia con reencuentros!
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