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pic: carla f.z. |
la lectura no hace mal a nadie, dicen...
dicen aquellos que son felices, claro.
un libro, un poema, una carta puede llegar a tocar lo más profundo de la madriguera donde ocultamos nuestros miedos junto a un par de amores que nunca fueron, cafés que no se tomaron y ese osito de peluche que quedó abandonado a nuestra madurez.
en un momento de colores, difícil es que el blanco de las páginas por incoloro, destiña.
en cambio, en un momento blanco, o negro (como ausencia de color) cualquier tinte llega a enraizar de manera indeleble en el ya de por sí trágico tejido.
y te oigo a lo lejos...
me transporto sin billete
me engañas, me engaño y te engañas
muero por segundos y por épocas; palpo jarrones empolvados llenos de alientos y de gritos ahogados en vino.
no está bien hacer malabares con la porcelana, aunque el ruido que hace al estrellarse tentaría hasta a los corazones más sensibles.
las vías del tren instan a ser funambuleadas tras una buena borrachera de olvidos, o de penas, o de sonrisas lloronas. suena la muerte de lejos y hace temblar la grava...los pulmones se sacian de orgullos robados y carbón mientras nos cegamos para evitar el horizonte.
no quiero escribir más líneas ni colores, ni puntos para unir, ni palabras que no se oigan.
quiero escuchar tu voz gemir mi nombre