las flores resoplan por la caricia de la primavera, llenando el aire de su alma fértil que lo impregna todo. mientras, los hombres colorean su vida con los aromas deliciosos de noches de calor sobre la
hierba recién cortada. su respiración se acompasa con la brisa, se pierde en el
viento que escapa a lo lejos buscando unas hojas que agitar.
los pulmones se llenan de calidez, la piel se eriza ante tanta paz y los grillos vuelven a adornar la escena cual violines vibrantes. el cielo, raso, pone ante ellos la infinitud de un universo que les pertenece y en el que se pierden con sólo levantar la vista. el estatismo de las estrellas nómadas sirve de claraboya a la luz lejana, su tintineo constante se confunde con el cri-cri de la orquesta.
vuelven a suspirar; el tiempo se para y sienten la tierra bajo sus pies, sienten sus pies sobre la tierra. húmeda y fuerte, libre la tierra. el tiempo hace un alto en su imparable camino hacia el barranco final, regalándoles una sensación de inmortalidad que parece eterna. suena el río...
no hay relojes, callen todos
suena el río
Muy buena entrada. Escribes muy bien.
ResponderEliminargracias, me alegro de que te guste.
Eliminary gracias por pasarte por aquí ;)