no oigo voces gritar mi nombre.
el valle del sol está desolado por el fuego de unos ojos que nunca se abrirán hacia el horizonte sino hacia sí mismos. silencio, silencio, caos y silencio se arremolinan en infiernos de viento y torbellinos infinitos; llueven clavos incandescentes. todo atisbo de vida descansa ya sin esperanza sobre el suelo desierto llenando el aire del clamor rotundo de la muerte.
es demasiado tarde.
los últimos brotes fueron arrasados por la falta de algo por lo que crecer... de tacto, escalofríos, suspiros, luz.
no vuelan las cometas, ni vuelan ya las golondrinas.
no oigo voces gritar mi nombre.
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