llueven trocitos de mi cuerpo... caen como nieve sobre el suelo recién barrido. allí se asientan, cuajando poco a poco a pesar del vaho de nuestra respiración. los dedos de los pies quedan enterrados bajo las gotas que se amontonan, pero esa sensación me gusta: desaparezco y me dejo cubrir por mí misma.
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