"¿qué era la
vida? nadie lo sabía. nadie conocía el punto de la naturaleza del que nacía o
en el que se encendía. a partir de ese punto, nada era inmediato ni estaba mal
mediado en el dominio de la vida; la vida misma, parecía inmediata. (…)
¿qué era,
pues, la vida? era calor, calor producido por un fenómeno sin sustancia propia
que conservaba la forma: era una fiebre de la materia que acompañaba al proceso
de incesante descomposición e incesante recomposición de moléculas de proteína
de una estructura infinitamente complicada e ingeniosa. era el ser de lo que en
realidad no puede ser, de lo que
únicamente se balancea, en precario equilibrio –con placer y dolor a un mismo
tiempo– sobre el vértice dentro de este complejísimo y febril proceso de
descomposición y renovación. no era material y tampoco era espíritu. era algo
entre las dos cosas, un fenómeno que se hace visible en la materia, como el
arco iris sobre un salto de agua, o como la llama del fuego. sin embargo, a
pesar de no ser material, era sensual hasta la voluptuosidad y el asco, el
impudor de la materia que se vuelve sensible a sí misma y a sus propios
estímulos, era la forma impúdica del ser. era un secreto y sensual movimiento
en la casta frialdad del universo, un mínimo foco de impureza secretamente
voluptuoso, de nutrición y excreción, un soplo excretor de anhídrido carbónico
y sustancias nocivas de procedencia y naturaleza oscuras. era el resultado de un
proceso de compensación de su naturaleza inconsistente que obedecía a unas leyes
intrínsecas, es decir: era la proliferación, el desarrollo, la formación de esa
especie de materia esponjosa hecha de agua, proteínas, sales y grasas que
llamamos carne y que luego se convierte en forma, en imagen elevada, en belleza,
sin dejar de ser, con todo, la más pura esencia de la sensualidad y el deseo."
Thomas Mann "Der Zauberberg" ("La montaña mágica")
Gustave Courbet "L'origin du monde" 1866 |
el cielo puede esperar
que por ahora se está muy bien aquí en la tierra
sería un gasto inútil
de energía
de tiempo
y de vida
trepar a las nubes cuando desde el césped podemos buscarles formas
encontrar el cielo en el sexo mañanero
el universo en tu pupila
y la luna en el fondo del vaso
construimos columpios para acercarnos al firmamento con su vaivén
pero les ponemos cadenas para poder descender a nuestro antojo
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